Las leyendas de Chihuahua, México, atraen a miles de turistas al año. Son una parte importante de su historia, y relatos que prometen pasar de generación en generación.
En este artículo te hablaremos de mitos y leyendas de Chihuahua que hoy en día se siguen oyendo entre sus habitantes.
Leyendas más conocidas de Chihuahua, México
La Pascualita
En la tienda de novias más antigua de México, conocida como “La Popular”, tenemos a La Pascualita. Un maniquí que se ha encontrado en exhibición durante los últimos 75 años, sin interrupción alguna, por lo que es bastante popular.
Sin embargo, existe una leyenda que va de generación en generación que relata que La Pascualita no es exactamente un maniquí, se dice que este es el cadáver, el cual se trató para que se conservase a la perfección, de la hija del dueño anterior (no el actual).
El maniquí se vio por primera vez en su vitrina un marzo del año 1930. Desde ese momento llama la atención de quien lo mira porque su parecido al de una persona real es muy grande. No pasó mucho para que se dieran cuenta que era muy parecida a Pascuala Esparza, hija del dueño.
En aquellos tiempos se llegó a concluir que el cuerpo de esta mujer fue tan bien embalsamado que ahora se usa como una muñeca en exhibición. Ya que la misma había muerto no mucho antes de que La Pascualita viera la luz, poco tiempo después de su boda.
Muchos clientes que visitan la tienda sienten que los ojos de esta muñeca los persiguen por donde quiera que van, también se tiene la creencia que puede cambiar de posiciones, durante la noche, en su misma vitrina. ¿Será que esta mujer realmente fue capturada y encerrada para toda la eternidad?
Las Minas y el Otro Mundo
Ubicada en el Cerro Grande se encontraba una mina de zinc, que estuvo en funcionamiento de forma perfecta por un par de años. Un día, durante una perforación, ocurrió un accidente que llevó a cerrar la misma, ya que terminó con la vida de muchos hombres. Pero dio paso a una de las leyendas más populares de Chihuahua.
Luego de su cierre comenzaron a escucharse cada vez más rumores de que en la mina se hallaba un portal que daba hacia otro mundo, y fue atravesado por muy pocas personas. A día de hoy, es un sitio que sigue clausurado.
La venganza de Benson
Esta es una leyenda que nos traslada a los tiempos de la Revolución Mexicana, hacia San Lorenzo y Tutuaca, donde un hombre inglés de nombre William Benson fue asesinado por un villista debido a que este no era simpatizante de la revolución.
Debido a que su muerte resultó traumática, muchos cuentan que su fantasma puede observarse deambulando por las regiones de Los Remedios, Santa Rosalía, rancho de Loya y el río San Lorenzo especialmente durante los días lluviosos. Suponemos que es uno de los menos riesgosos de confirmar.
La maldición del cura
Esta no sólo es una de las leyendas más conocidas de Chihuahua, México, sino también una de las más crueles Nos traslada al año 1811, en Rosales, donde vivía un cura que era muy querido por los habitantes de esta región. Al menos en algún momento de su vida.
Llegó un día donde este cura tomó la decisión de castigar a un hombre debido a un amorío. Este fue un acto que le trajo una gran consecuencia, ya que fue acusado por el mismo por, presuntamente, conspirar contra el gobierno de ese momento.
Al momento que el investigador se dispuso de dirigirse hacia donde se encontraba el cura para poder aclarar el caso, este murió. Lo que comenzó a dar pie a que se crearan rumores que tenían que ver con que el párroco era el responsable del fin de la vida del sujeto.
Esto sólo ocasionó un enorme rechazo por parte de las personas que alguna vez lo llegaron a querer. Debido a todo esto, el cura José María Rosales se decidió en lanzar una maldición al pueblo y cada uno de sus habitantes. Y, hoy en día, sigue siendo un tema delicado.
La casa de los chinos
Este es un mito de Chihuahua, México, que tuvo lugar en el Cerro Grande, antes de que se habitaran sus laderas. Se pensaba que, si se llegaba a la cima de este, y se dirigía la mirada directo hasta el sur oeste, se podría admirar unas banderas rojas.
Si llegaba el atardecer, y este coincidía con las banderas, se podía observar un templo chino. Pero las personas que se aventuraban debían bajar por la parte norte, ser cuidadosos, y hacerlo antes de que llegase la noche. En el caso de que no lo lograsen, la persona quedaba sometida por dicho templo.